20 de octubre de 2008

Hegel


Lo ético del matrimonio reside en la conciencia de la unidad como fin sustancial: por consiguiente, en el amor, en la confianza y en la comunidad de toda la existencia individual, en cuya condición y realidad el instinto natural es relegado como modalidad del momento natural y está destinado, justamente, a extinguirse en su satisfacción. El vínculo espiritual se desgasta en su derecho, como sustancial indisoluble en sí, y en consecuencia, como elevado por encima de la accidentalidad de las pasiones y del temporal capricho particular.

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